«Como ocurrió con internet, el miedo a la inteligencia artificial (IA) es natural, pero su verdadero valor está en transformar procesos, no en sustituir personas»

joaquim crespo

Víctor Font, nuevo Director Tecnológico de Grupo Ormo, asume el reto de liderar la innovación digital en una compañía con más de 70 años de historia, apostando por soluciones tecnológicas inteligentes que conectan necesidades reales con herramientas útiles.

Con una trayectoria profesional que comenzó en el ámbito editorial y evolucionó hacia la tecnología, Víctor Font es un perfil híbrido entre lo técnico y lo estratégico. Formado en diseño gráfico y con años de experiencia como freelance en dirección técnica y gestión de proyectos digitales, actualmente es el nuevo CTO del área de innovación tecnológica del Grupo Ormo. Su papel, como él mismo lo define, es el de “traductor” entre los objetivos del cliente y las soluciones tecnológicas que los hacen posibles.

  1. ¿Quién es Víctor Font profesionalmente?

Desde mis inicios mi trayectoria ha estado vinculada a la tecnología. Comencé mi carrera en Salvat, dentro del departamento de Enciclopedias, donde me dedicaba a la creación de contenido en 2D y en formato papel. Con el tiempo, mi perfil evolucionó hacia el desarrollo de páginas web, aplicaciones y soluciones tecnológicas.

En los últimos años he trabajado como freelance, centrado principalmente en labores de dirección técnica y gestión de proyectos digitales. En este contexto, suelo ejercer un papel de «traductor” entre las necesidades del cliente —mayoritariamente del sector editorial, aunque no exclusivamente— y los equipos de desarrollo tecnológico.

Este rol de puente es fundamental, ya que a menudo existen dificultades de comunicación entre perfiles muy distintos. Mi experiencia me permite comprender ambos lenguajes y actuar como facilitador, aportando valor tanto en la estrategia técnica como en la coordinación entre departamentos.

Mi formación académica estaba orientada al diseño y, en principio, ese conocimiento debía aplicarse al ámbito editorial, que era hacia donde se orientaba mi futuro. Sin embargo, finalmente no acabé trabajando como diseñador gráfico de modo, digamos, tradicional. Mi trayectoria profesional tomó otro rumbo, más vinculado a la tecnología y a la gestión de proyectos digitales

2. ¿Podrías definir mejor el concepto de “traductor”?

Cuando hablo de “traductor”, me refiero a la capacidad de interpretar y transformar las necesidades del cliente —expresadas muchas veces en un lenguaje que no es técnico— en soluciones tecnológicas concretas y viables. Es decir, traduzco sus objetivos, prioridades y limitaciones en requerimientos comprensibles para los equipos de desarrollo. Al mismo tiempo, también realizo el trabajo inverso: explico al cliente, en su propio lenguaje, las posibilidades y limitaciones técnicas de lo que se puede hacer para que las decisiones estratégicas se tomen con una visión clara y realista.

Es un rol clave para asegurar que los proyectos digitales lleguen a buen puerto, alineando expectativas y evitando malentendidos entre perfiles muy distintos.

3. ¿Cómo empezó tu relación con Ormo?

Mi relación comenzó cuando Ormo ya trabajaba como proveedor y creador de contenido para Editorial Salvat, en la época en que yo formaba parte del equipo interno de Salvat. En un momento dado, Ormo asumió la responsabilidad de un proyecto tecnológico y yo era el coordinador de ese proyecto dentro de Salvat.

Ese fue el primer paso de colaboración: Ormo necesitaba que parte del trabajo que antes se hacía internamente pasará a gestionarse de forma externa, y finalmente asumí la administración del gestor de activos digitales desde fuera, como freelance.

A partir de esa experiencia, empezamos a colaborar en proyectos puntuales, algunos de ellos muy intensos, como uno basado en una tecnología finlandesa para la creación de contenidos digitales. Desde entonces, en los últimos años hemos seguido colaborando de manera intermitente hasta que desde marzo de 2025, me he incorporado oficialmente al Grupo Ormo como Director Tecnológico y responsable de la empresa Ormolab.

4. ¿Qué significa para ti asumir este nuevo reto como Director Tecnológico (CTO)?

Es una pregunta compleja. La verdad es que tengo la suerte de que mis intereses personales y los retos profesionales coinciden bastante. Además, trabajo en un sector en el que mis inquietudes se pueden trasladar directamente al día a día laboral.

Tengo cierta habilidad para detectar tanto necesidades como soluciones tecnológicas, y vincular ambas cosas. A veces descubro tecnologías que pueden dar respuesta a una necesidad —ya identificada o no— dentro del Grupo Ormo, y en otras ocasiones es al revés: el grupo detecta una necesidad concreta, y yo investigo o propongo qué tecnología podría ayudar a resolverla o, al menos, a simplificarla.

Creo que el gran reto consiste en encontrar un equilibrio entre dos objetivos: por un lado, generar negocio e impulsar nuevos proyectos para clientes desde Grupo Ormo; y por otro, mejorar e implementar flujos de trabajo internos que permitan a los equipos ser más eficientes, trabajar de forma más cómoda y centrarse en tareas que realmente aporten valor, en lugar de invertir tiempo en procesos mecánicos que podrían automatizarse mediante tecnología

5. ¿Cómo crees que la tecnología puede ayudar a mejorar los servicios que ofrecemos a nuestros clientes?

En realidad creo que es una combinación de factores. La tecnología, por sí sola, no es suficiente; lo verdaderamente valioso es cómo se integra con el conocimiento y la experiencia acumulada en Ormo tras más de 70 años en el sector.

Esa combinación nos permite no solo identificar qué tecnología puede ser útil para un cliente, sino también cómo aplicarla correctamente para que se convierta en una verdadera solución a sus necesidades. No se trata únicamente de ofrecer herramientas, sino de saber cómo usarlas estratégicamente, con criterio editorial y operativo, para aportar valor real.

Eso es lo que marca la diferencia: entender el contexto, los flujos de trabajo y los objetivos del cliente, y a partir de ahí, aplicar la tecnología adecuada de forma inteligente y eficaz

6. ¿En qué ámbitos concretos implementaremos IA para mejorar procesos y servicios?

Muy claramente en todo lo relacionado con la creación de contenidos, la corrección y la gestión editorial. La IA  juega ya un papel muy relevante en estos ámbitos, especialmente en la generación, revisión y adaptación de textos. Pero, además, se abre un abanico muy prometedor en lo que respecta a la gestión de datos y al uso de IA generativa. Hoy en día ya nos ofrece soluciones reales con aplicaciones de mercado, aunque estoy convencido de que en los próximos años su impacto se multiplicará exponencialmente.

No se trata solo de agilizar procesos, sino de transformar la manera en que concebimos y producimos contenido, con herramientas que nos permitirán ser más eficientes, personalizar más el producto y abrir nuevas oportunidades de negocio.

7. ¿Cuáles son los principales retos tecnológicos que afronta la empresa y cómo pensáis abordarlos?

Ormo siempre ha tenido la habilidad de invertir en nuevas ideas, tecnologías e innovación de forma responsable, con un riesgo controlado. No se trata de seguir modas tecnológicas, sino de apostar por aquello que creemos que puede ser sostenible en el tiempo y aportar valor real.

Desde mi punto de vista hay dos grandes retos. El primero es actuar como verdaderos “curadores” de las necesidades de nuestros clientes potenciales. No solo responder a lo que nos piden, sino anticiparnos y proponer mejoras o soluciones que quizás aún no se han identificado.

El segundo gran reto es interno: lograr que, como empresa, no dejemos que lo urgente eclipse lo importante. Es decir, utilizar la tecnología para optimizar procesos, liberar tiempo y poder dedicar más energía a lo que realmente aporta valor, tanto en nuestras relaciones internas como en el vínculo con nuestros clientes.

8. ¿Puede la IA mejorar los procesos en el sector editorial?

Creo que no solo puede ayudar, sino que es indispensable. El sector editorial está viviendo una transformación en la que muchos recursos y esfuerzos, que antes eran prioritarios y requerían una gran inversión —especialmente a nivel financiero—, están disminuyendo o cambiando de enfoque.

En este contexto, si Ormo quiere seguir siendo competitivo, debe aprovechar al máximo el potencial de la IA y de cualquier tecnología que permita ofrecer propuestas más eficientes, sostenibles y claramente diferenciadas respecto a la competencia, tanto en términos económicos como tecnológicos. 

9. ¿Qué tecnologías emergentes crees que tendrán un mayor impacto en los próximos años?

En mi opinión todo el ecosistema vinculado a la IA generativa evolucionará a niveles muy profundos. No solo veremos su impacto como usuarios finales, sino que la integraremos en nuestros procesos de creación de una forma tan natural como ahora usamos papel y bolígrafo.

Sin embargo, donde realmente notaremos una transformación significativa será en la automatización de procesos. La IA generativa es muy prometedora: hoy ya podemos aprovecharla en muchos usos concretos, pero todavía queda camino por recorrer para que alcance el nivel de calidad que ofrece una tarea editada por un humano, especialmente en productos donde se exige un nivel alto estándar.

Aun así, la posibilidad de automatizar tareas repetitivas y reasignar recursos humanos a funciones de mayor valor permitirá ofrecer soluciones más potentes, eficientes y con costes muy similares a los actuales. Esa será una de las claves competitivas en los próximos años.

10. ¿Cómo se puede garantizar la seguridad y privacidad de los datos en los sistemas basados en IA?

Una forma sencilla y eficaz es optar por soluciones de IA locales. Actualmente, muchas veces realizamos consultas a modelos basados en bases de datos globales que no controlamos, lo cual implica ciertos riesgos en términos de privacidad y confidencialidad.

En cambio, es perfectamente viable, y cada vez más recomendable, trabajar con entornos de IA que estén contextualizados según nuestras propias necesidades y recursos, y que operen exclusivamente dentro de nuestra estructura. En estos casos, las respuestas se generan a partir de fuentes de información que nosotros mismos proporcionamos y controlamos.

Este enfoque no solo mejora la seguridad y la privacidad de los datos, sino que también garantiza una mayor pertinencia en los resultados. Estoy convencido de que este tipo de soluciones serán cada vez más valoradas por los clientes, especialmente en sectores donde la protección de la información es clave.

11. ¿Cómo podemos aprovechar la IA para anticiparnos a las necesidades del mercado e innovar más rápidamente?

Lo primero que me viene a la mente es que la IA puede simplificar el esfuerzo que realizamos para entender qué está ocurriendo en el mercado. De este modo nos ayuda a detectar con mayor precisión hacia dónde se están moviendo las tendencias y qué necesidades están surgiendo por parte de los clientes.

Actualmente, muchas decisiones se toman de forma instintiva, basadas en la experiencia, que es muy valiosa y forma parte del ADN del Grupo Ormo. Lo interesante es que la IA nos permite combinar ese instinto —que proviene del conocimiento acumulado— con datos reales que validen nuestras intuiciones.

Esto no solo nos ayuda a confirmar que vamos en la dirección correcta, sino también a evaluar el impacto de las acciones o propuestas que ponemos en marcha, permitiéndonos ajustar más rápidamente, innovar con mayor seguridad y reducir el margen de error. En definitiva, es una herramienta clave para pasar de una toma de decisiones reactiva a una toma de decisiones proactiva y basada en evidencia.

12. ¿Qué herramientas de IA recomendarías para la creación de contenido generado automáticamente?

Nos hemos acostumbrado, especialmente en el mundo del software, a que los grandes actores marquen el camino con decisiones estratégicas a largo plazo. Por ejemplo, Adobe decidió en su momento hacer una gran inversión en Illustrator, compró a su competencia directa, Macromedia, y acabó dominando el 95% del mercado de creación de contenido vectorial. Eran decisiones pensadas con una perspectiva de diez años.

Pero eso ha cambiado. En la actualidad, la pregunta de qué herramienta de IA es la mejor para trabajar solo hoy tiene sentido. Mañana puede surgir una nueva opción que cambie por completo el escenario y nos obligue a replantearnos todo.

Por eso, creo que el verdadero esfuerzo no debe centrarse tanto en elegir «la mejor IA», sino en estar lo suficientemente conectados y atentos para detectar hacia dónde evoluciona la tecnología y, a la vez, ser críticos y cuidadosos para asegurarnos de que la tecnología esté siempre al servicio de nuestras necesidades, y nunca no al revés.

Hay un concepto que me gusta mucho, que es el de “Smart Digitalization”. Lo he trabajado especialmente en el ámbito educativo y defiende que no toda tecnología, en todos los contextos, es necesariamente una mejora. En cada paso debemos preguntarnos qué tecnología usamos, por qué la utilizamos y cómo nos aporta valor. Usarla con criterio, sin limitaciones innecesarias, pero también sin dejarnos arrastrar por las modas, porque si lo hacemos así podemos correr el riesgo de preocuparnos más por el continente que por el contenido.

13. ¿Puede la IA predecir tendencias de mercado? ¿Cómo podemos aprovecharla para anticiparnos a la competencia?

En esta línea, pienso sinceramente que lo que respondamos hoy puede quedar obsoleto mañana. El ritmo al que evoluciona la IA es tan rápido que las herramientas y metodologías cambian constantemente, y lo que hoy es válido puede no serlo dentro de unos días.

Dicho esto, incluso en entornos tan informales como Instagram, ya se encuentran tutoriales que explican cómo utilizar la IA para analizar a tus competidores directos. Por ejemplo, generar informes automatizados que muestran hacia dónde están dirigiendo sus esfuerzos, qué resultados están obteniendo y cómo adaptar nuestras estrategias en consecuencia. Estas soluciones, que antes solo estaban al alcance de grandes corporaciones con equipos amplios y presupuestos elevados, hoy en día pueden implementarse incluso en pequeñas y medianas empresas con recursos limitados.

La clave está en aprovechar estas herramientas no solamente para reaccionar, sino para anticiparse, detectar patrones de comportamiento y tomar decisiones estratégicas basadas en datos reales del mercado y la competencia.

Ahora bien, sigo creyendo que el papel humano es esencial. La IA puede detectar tendencias, identificar movimientos del mercado y hacer sugerencias, pero convertir esos datos en decisiones acertadas y en oportunidades de negocio sigue dependiendo, en gran parte, del criterio, la experiencia y la capacidad de análisis de las personas. Me gusta pensar que ese componente humano seguirá siendo clave durante mucho tiempo.

14. ¿Crees que existe un temor o respeto general hacia la IA?

Sí, creo que sí. Quizás porque yo no soy tan joven, viví el paso de un mundo sin internet a un mundo conectado, y lo viví ya siendo adulto, con una vida estructurada y con la sensación de que los recursos que tenías a tu alcance iban a acompañarte durante las próximas décadas.

Venimos de una sociedad donde sí había avances tecnológicos, pero no eran tan transformadores a nivel social como lo fue internet. En aquel momento también surgieron voces por todas partes: algunas alarmistas, otras entusiastas. Se decía que el mundo iba a cambiar radicalmente, que desaparecerían empleos, que cambiaría la forma de trabajar, que todo sería disruptivo. Estaban los apocalípticos que decían que el mundo se acababa, y los utópicos que creían que en 2001 volaríamos en coches individuales, que acabaríamos con el hambre y las guerras. Ninguno de esos extremos se hizo realidad.

Es cierto que desaparecieron algunos trabajos y que otros se transformaron. Pero también es cierto que surgieron oportunidades donde antes no las había.

Creo que el reto no está en luchar contra lo inevitable, ni en resistirnos a unos cambios que sucederán igualmente, los aceptemos o no. El verdadero reto es tener la flexibilidad para adaptarnos, descubrir dónde podemos seguir creciendo, dónde podemos ofrecer nuevas soluciones y, también, saber cuándo dejar atrás lo que ya no tiene sentido.

En ningún caso, lo que no tiene lógica es quedarse en la parálisis del miedo. Porque el mundo seguirá cambiando —con o sin nosotros— y, si nos resistimos, lo único que haremos es quedarnos atrás y padecer sus consecuencias.

15. ¿Hay algún proyecto que destacarías y del que se pueda hablar para que los clientes entiendan cómo puedes ayudarles?

Mi rol no viene a transformar el Grupo Ormo como un todo, sino a potenciar un cambio que ya estaba en marcha: cada vez hay más proyectos con un componente tecnológico, y cada vez dependemos más de la tecnología. De hecho, lo que antes se consideraba innovación, hoy ya simplemente es parte de la normalidad. Todo tiene un componente digital, y la IA ya forma parte de prácticamente cualquier proceso, nos guste o no.

En este contexto, contar con un departamento de innovación tecnológica dentro de Ormo nos permite dos cosas. Por un lado, ofrecer soluciones que antes no estaban al alcance de los clientes, gracias a herramientas nuevas que ya están maduras y listas para implementar. Por otro, mejorar lo que Ormo ya venía haciendo: ahora podemos hacerlo de forma más eficiente, profunda o sencilla, optimizando procesos que generan beneficios tanto para la organización como para el cliente final en términos de costes, eficiencia y resultados.

Así que el impacto es bidireccional. Por un lado, mejoramos lo existente; por otro, abrimos la puerta a proyectos que hasta ahora no eran viables por falta de recursos o tecnología. En sectores como el editorial y el educativo, especialmente, hay muchísimo camino por recorrer, y ahora tenemos la estructura, el conocimiento y la seguridad tecnológica para hacerlo posible.

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